
Florence Jaukae Kamel, conocida como “Bilum Meri”, ha convertido el bilum —una bolsa de tela entretejida de colores vistosos y multitud de diseños que representan las historias de los Pueblos Indígenas de Papúa Nueva Guinea— en un símbolo nacional y un producto de exportación internacional. Desde hace quince años,Florence organiza el Goroka Bilum Festival, donde se exponen cada año más de dos mil bilums elaborados por una red de tres mil Mujeres Indígenas de todo el país. Durante la semana que dura el festival, un centenar de artesanas presentan desde los bilums más tradicionales hasta los diseños más innovadores ante un público de miles de personas compuesto por locales, turistas y compradores internacionales. Hoy en día, este bolso de tela se puede encontrar en mercados y museos de Sídney,Londres, Bangkok o Nueva York, pero Goroka sigue siendo la cuna del bilum.
Bilum
Se refiere al útero de las mujeres, ese espacio sagrado donde se mantienen los bebés a salvo durante el embarazo. Como bolsa de mano, tiene ese mismo propósito: poner las cosas a salvo.
En lengua Tok Pidgin —una de las más usadas de entre las mil de Papúa Nueva Guinea—


Desde hace miles de años, el bilum es una bolsa de mano que usan las Mujeres Indígenas de Papúa Nueva Guinea para cargar la compra, sus objetos personales o incluso llevar a los bebés. En lengua Tok Pidgin —una de las lenguas más usadas de entre las mil de Papúa Nueva Guinea—, bilum se refiere al útero de las mujeres, ese espacio sagrado donde se mantienen los bebés a salvo durante el embarazo. Como bolsa de mano, tiene ese mismo propósito: poner las cosas a salvo.


Florence fue la primera mujer en usar la tela y los diseños del bilum como prenda de vestir. En 2002 creó su primer vestido de colores terrosos inspirado en la piel de la serpiente de cabeza de cobre. Pronto se convirtió en toda una tendencia en la región, y promovió incluso un debate nacional entre aquellos a favor y en contra de la iniciativa. De ahí nació el apodo de “Bilum Meri”, y en 2002 fue la primera mujer elegida regidora municipal de Goroka, capital de la provincia de las Tierras Altas Orientales, en representación del clan Kama Nagamiufa, de la etnia de la lengua Alekano. Como regidora municipal, uno de sus primeros proyectos fue conseguir fondos para que las Mujeres Indígenas pudieran obtener hilos de tela para elaborar bilums. Además, Florence fomentó conexiones con compradores locales e internacionales para ampliar el mercado de venta, que en ese entonces era muy limitado.

Pero ser una persona reconocida por su labor también le trajo a Florence vientos de tormenta. Su marido no soportaba que fuera más exitosa que él y cada vez que bebía, ella acababa con moretones por todo el cuerpo. En 2007, Florence decidió dejar a su marido y, con cinco hijos e hijas a cargo, se fue de casa con ocho kinars en el bolsillo (unos dos dólares).
Al sacar el dinero para comprarle comida a su hija pequeña, se dio cuenta de que conservaba una tarjeta de contacto de Ruth Choulai, en ese entonces la agente creativa de Pacific Trade Invest (PTI), una agencia que promociona la inversión y el comercio en la región del Pacífico apoyada por los gobiernos de Australia, Nueva Zelanda y China. Con el dinero restante de la comida fue a un cibercafé y envió un correo a Ruth para invitarla al que sería el primer festival de bilums. Rápidamente, Florence consiguió que un representante municipal la apoyara económicamente y reunió a las Mujeres Indígenas con las que había trabajado para organizar el festival. Así nació el Goroka Bilum Festival. La primera edición se realizó en 2009, y participaron de ella centenares de Mujeres Indígenas.


Preservar la cultura a través del bilum
El Goroka Bilum Festival se creó para ofrecer una plataforma de venta a las Mujeres Indígenas que les permitiera generar sus propios recursos. Pero con los años se ha convertido en mucho más: una herramienta de empoderamiento, y una forma de preservación de la cultura y las historias de los Pueblos Indígenas de Papúa Nueva Guinea. La espina dorsal del festival es el concurso al mejor bilum del año, dividido en dos categorías: los bilums de fibra natural y los de fibra sintética, habitualmente importada.
El Goroka Bilum Festival se creó para ofrecerles a las Mujeres Indígenas una plataforma de venta que les permitiera generar sus propios recursos. Pero con los años se ha convertido en mucho más: una herramienta de empoderamiento, y una forma de preservación de la cultura y las historias de los Pueblos Indígenas de Papúa Nueva Guinea.

Tradicionalmente, el bilum se elabora con fibras naturales que se obtienen de plantas como la morera de papel, el agave o el tulipán, y los hilos se tiñen con extractos de hojas, semillas y flores. Para las agujas se usaban huesos o la caña de bambú. Sin embargo, debido a la pujante urbanización, las plantas de las que se obtienen los hilos están desapareciendo y cada vez las mujeres tienen que ir más lejos para encontrarlas. Esto ha llevado a que muchas usen hilos acrílicos, de fibra reciclada, o incluso sintética, y que hayan reemplazado los huesos por las varillas de los paraguas.
Durante el evento, las Mujeres Indígenas presentan los bilums en representación de su comunidad, y relatan las historias que hay detrás de cada bolsa, colores y diseño. Uno de los diseños más populares es el de diamante, que representa a las Jóvenes Indígenas que salen de la pubertad, a su pureza y virginidad. En el pasado, las jóvenes pasaban por una ceremonia en la que eran encerradas en la casa mientras la familia sacrificaba un cerdo y las mujeres tejían el bilum. Al sol resplandeciente del alba, la joven salía de la casa con su bilum de diamante y era presentada a los dioses. Historias como esta se recopilan durante el festival para preservar la memoria y la tradición de cada Pueblo Indígena pero, sobre todo, para transferirlas a los y las más pequeñas.

Cada año, Florence invita a las escuelas de la región para que Niños y Niñas Indígenas aprendan cómo es la técnica del tejido, dónde encontrar las plantas de las que se obtienen los hilos y cómo replantarlas. Así, de abuelas a madres y de madres a hijas se mantiene la tradición viva. La recopilación de las historias también permite establecer derechos de autor colectivos por cada Comunidad Indígena y así resistir la producción de bilums artificiales y las copias baratas que se producen en China.
Florence también ha llevado esta recopilación cultural a museos de todo el mundo para preservar la historia de los Pueblos Indígenas. Otro de los eventos estrella del festival es la Bilum Fashion Runweek, una muestra de veinte piezas de vestir elaboradas con la tela, colores y diseños de los bilums, que Florence elabora junto con otras diseñadoras. La colección de Florence también se puede encontrar en museos como el Museo Nacional de Australia, en Sídney; el Queensland Museum de Brisbane, Australia; el Museo de Antropología de Vancouver, Canadá, o el Smithsonian Museum, en Nueva York, entre otros.

Florence también ha llevado esta recopilación cultural a museos de todo el mundo para preservar la historia de los Pueblos Indígenas. Otro de los eventos estrella del festival es la Bilum Fashion Runweek, una muestra de veinte piezas de vestir elaboradas con la tela, colores y diseños de los bilums, que Florence elabora junto con otras diseñadoras.
Una de las principales luchas de Florence ha sido ampliar el mercado de venta más allá de las fronteras de Papúa Nueva Guinea. En 2015, la diseñadora comenzó a colaborar con la marca australiana Among Equals, mediante la cual ha exportado miles de bilums por todo el mundo y ha logrado que las ganancias retornen a las Mujeres Indígenas.
Centenares de mujeres han podido pagar la escuela de sus hijas —cuya educación no es priorizada en las familias—, se han podido comprar vestidos y costear la construcción de sus casas. Así, se han posicionado como mujeres económicamente independientes en una sociedad en la que los hombres son los propietarios de la tierra y los que se quedan con el dinero de las plantaciones de café, aunque las mujeres sean las que hacen todo el trabajo de la cosecha.
Un refugio para sobrevivientes
Este sistema patriarcal también ocasiona una alta tasa de abuso y violencia de género contra las mujeres, lo que la misma historia de Florence ratifica. Después de superar su historia de maltrato doméstico, Florence se tatuó en el brazo izquierdo el diseño de cenefas cuadradas, que representa la piel de cerdo y a las mujeres marginadas. En las costumbres tradicionales de su pueblo, las mujeres que se han separado del marido o se han quedado viudas son llamadas “piel de cerdo”.

El nombre viene de que cada vez que hay una ceremonia se sacrifica un cerdo, símbolo de riqueza, y la carne se comparte. Pero a las mujeres marginadas solo se les da la piel del cerdo, aunque hayan pelado la batata y hayan recogido las hojas de plátano y el agua para cocinarlo.
Con ese tatuaje, Florence quiso honrar a las mujeres que habían pasado por lo mismo que ella, grabando el diseño en su propia piel y en los bilums y vestidos que creaba. También por esa razón, Florence creó en 2017, junto con Among Equals, la Casa Azul, un espacio donde mujeres que han sido abandonadas, abusadas o maltratadas pueden encontrar refugio y participar en talleres para aprender a elaborar bilums y conseguir ser económicamente independientes.

Florence también dicta talleres a Mujeres Indígenas de comunidades remotas para que aprendan a crear productos que puedan venderse en los distintos mercados y fortalecer la red de Mujeres Indígenas. “La clave es conocer bien la clientela de cada mercado”, asegura Florence. “Aunque el proceso de creación es el mismo, los colores y diseños que usas para una clientela de clase alta o media no son los mismos que para una clientela de clase baja —agrega Bilum Meri— ni los que usas en la época de lluvias o en la época seca, o para los mercados locales, los mercados vintage o los mercados internacionales”.
Para Florence, el mundo es demasiado grande para que no haya mercado en el que expandirse, y cree que la fuerza de las Mujeres Indígenas determina su éxito. “Nosotras somos luchadoras y sobrevivientes”, declara. “Cada vez que nos han aplastado, nos levantamos, no solo por nosotras mismas, sino por nuestras hermanas, comunidades y ancestros”.



