
Las pequeñas botellas de detergente azul relucen en el porche de cemento de la sede de la Asociación de Jóvenes y Mujeres Indígenas Involucradas en la Protección del Medioambiente y la Lucha Contra la Pobreza Femenina (APFE, por sus siglas en francés). La sede se encuentra en el barrio de Lisière de la ciudad de Inongo, en la provincia de Main Ndombe, República Democrática del Congo. Alrededor se ven casas sencillas con desconchados en la pared, tejados de paja y cortinas coloridas que sirven de puerta. Varias personas se acercan a comprar las botellitas de detergente. Algunos piden también las pastillas de jabón que las Mujeres Indígenas han elaborado y cortado con sus propias manos.


Ellas están radiantes: han vendido todas las pastillas de jabón y la mayoría de las botellas de detergente. Para las Mujeres Batwa de la zona, que la gente se les acerque y compre sus productos es sorprendente. Se acostumbraron a una discriminación violenta por parte de la mayoría étnica de la población —los Bantúes—, que considera a los Batwa —la minoría étnica— sucios, inferiores y hasta subhumanos. “Nos tratan como si fuéramos animales”, reconoce Marie, una participante del proyecto de APFE de la comunidad de Lwate Kaka, en Inongo.

Los Bantúes —una etnia basada en una familia lingüística que amalgama poblaciones desde el Congo hasta Sudáfrica— llegaron a estas tierras hace miles de añosy arrinconaron a la población autóctona pigmea que habitaba en los bosques, cuyos integrantes son conocidos en esta región como los Batwa. Los Bantúes, con la fuerza de la mayoría, les quitaron las tierras, los usaron para trabajar en el campo en regímenes de semiesclavitud y los marginaron a los confines de los pueblos para no vivir con ellos.
Además de la discriminación por parte de los Bantúes, las Mujeres Batwa confrontan otras dos discriminaciones: como indígenas y como mujeres. Ellas no tienen derecho a ser propietarias ni a recibir herencia, no se las prioriza para ir a la escuela, no tienen poder de decisión en sus comunidades y no tienen un acceso fácil a servicios públicos ni a la justicia en casos de violencia de género. Lo único que pueden hacer para mejorar su estatus es casarse, pero ningún Bantú quiere casarse con una mujer Batwa.


A causa de esta discriminación, viven en la extrema pobreza: no pueden ni permitirse una pastilla de jabón para asearse ni ir al hospital para dar a luz. Por eso, el emprendimiento de APFE ha sido transformador. En vez de ofrecer soluciones superficiales quiso atacar la raíz del problema: la discriminación y la pobreza extrema. “Es mejor que en vez de darnos dinero nos enseñen cómo trabajar para conseguir dinero, así nos podemos desarrollar por nosotras mismas”, afirma Marie, una de las participantes del proyecto.
Las Mujeres Batwa no tienen derecho a ser propietarias ni a recibir herencia, no se las prioriza para ir a la escuela, no tienen poder de decisión en sus comunidades y no tienen un acceso fácil a servicios públicos ni a la justicia en casos de violencia de género. Lo único que pueden hacer para mejorar su estatus es casarse, pero ningún Bantú quiere casarse con una mujer Batwa.


Organizarse para mejorar
APFE se creó por el deseo de varias Mujeres Indígenas de mejorar su situación y cuidar el medio ambiente del que depende su forma de vida. En primer lugar, las mujeres recibieron una capacitación sobre los derechos de las Mujeres Indígenas en la República Democrática del Congo impulsada por la Organización de Acompañamiento y Ayuda a los Pigmeos (OSAPY, por sus siglas en francés). Luego, lideradas por Chérie fa Eyere —actual representante legal de APFE—, empezaron a juntarse informalmente para hablar de sus problemas, de las dificultades que tenían para asearse y cuidar de sí mismas, para cubrir sus necesidades básicas y las de sus familias, y para revertir la dependencia económica y la doble discriminación. En 2018 decidieron formalizar el grupo, crearon los estatutos, y definieron la visión y objetivos de la organización. Empezaron como un grupo de veinticinco integrantes, pero rápidamente más mujeres se adhirieron a la iniciativa.
Uno de los pilares de la organización fue encontrar alternativas de subsistencia para las mujeres más allá del bosque. Como los Batwa fueron desplazados de los campos agrícolas, las mujeres se vieron forzadas a buscar en el bosque productos para subsistir, como miel, champiñones, orugas, y leña para cocinar y vender. Sin embargo, estos alimentos cada vez son más escasos a causa del impacto de la crisis climática y, al mismo tiempo, la recolección de leña del bosque sin un plan de sostenibilidad pone aún más presión sobre un bosque que va desapareciendo.



Entre 2002 y 2023, la República Democrática del Congo ha perdido 6.86 miles de hectáreas de bosque primario, y las principales causas de esa pérdida son la agricultura rotativa y la recolección de leña, además de la explotación minera y maderera por parte de empresas internacionales, según Global Forest Watch. Esto vuelve aún más difícil la situación.
Por eso, APFE decidió crear un proyecto que ofreciera a las mujeres una actividad que generara recursos para ellas. Primero probaron cocinar panes, pasteles y otros alimentos de repostería, pero como a las Mujeres Batwa se las considera “sucias”, los alimentos no eran aceptados en el mercado y casi nadie les compraba. Así pues, entre todas tuvieron la idea de fabricar jabones y detergentes, productos de más larga duración y que combaten la imagen de falta de higiene asociada a las Mujeres Batwa.

Un proyecto en expansión
APFE llevó desde Kinshasa a una tallerista para que les enseñara a las Mujeres Batwa a preparar los jabones, junto con litros de aceite de palma, bicarbonato, perfume y cloro para hacer los detergentes. Una vez perfeccionado el producto, produjeron doscientos litros de detergente líquido para lavar superficies y varios centenares de pastillas de jabón para el aseo. La salida de los productos se focalizó en instituciones públicas, restaurantes y empresas que necesitan lavar sus locales y que se están expandiendo en una provincia en construcción. Así fue más fácil obtener clientela, ya que las instituciones públicas y las empresas están más inclinadas a apoyar proyectos como el de APFE. Además, se envasó el detergente en botellas pequeñas para que todo el mundo pudiera comprar una pequeña cantidad y fuera más fácil la distribución.

Entre todas tuvieron la idea de fabricar jabones y
detergentes, productos de más larga duración y que
combaten la imagen de falta de higiene asociada a las
Mujeres Batwa.
El punto de venta se estableció en el local de la organización y se creó un comité de gestión formado por mujeres. Parte de las ventas fue a la caja común de la organización para obtener un capital semilla con el que hacer una nueva tanda de jabones. Así han conseguido reproducir el emprendimiento tres veces. El resto de los jabones y botellas de detergente se les dio a las mujeres que participan en el proyecto para que cada una de ellas sea la responsable de buscar clientes puerta a puerta. Varias mujeres recibieron celulares y crearon perfiles de WhatsApp para expandir la venta a través de las redes sociales y para que la gente pudiera contactarlas en línea.
Con los ingresos obtenidos, las Mujeres Batwa han podido escolarizar a los niños y niñas, comprar materiales educativos, medicinas, y alimentos para diversificar las comidas. “Con el dinero que he obtenido de los jabones que he elaborado puedo cubrir las necesidades de mis hijos”, comenta Nadine Botulo, participante y coordinadora de APFE en Inongo. Además, como dice Chérie fa Eyere, esta iniciativa también ha ayudado a combatir la discriminación. “Han sido proveedoras y han podido trabajar con los clientes en el espacio público, lo que les cambia la sensación de inferioridad”, argumenta.

Pero la producción de jabones y detergentes solo es el inicio de una serie de iniciativas transformadoras. En el futuro, APFE quiere impulsar que las mujeres produzcan jabones de tocador con elementos naturales del bosque para quitar la sarna de los niños, y así sumar los saberes ancestrales de las Mujeres Indígenas al emprendimiento.
A su vez, la asociación está dialogando con las instituciones públicas para que les otorguen una parcela de tierra a las mujeres y así puedan desarrollar proyectos agrícolas que contribuyan a la lucha contra el cambio climático. Otro objetivo es crear proyectos de alfabetización para que las mujeres puedan participar de las decisiones que se toman en la comunidad.
De esta forma, las Mujeres Batwa crean las condiciones para enfrentar los diferentes tipos de violencias, desarrollan su autonomía económica y defienden, con voz propia, sus derechos individuales y colectivos.

